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Hammam

Hay que ser prudentes y discretos cuando se va al Hammam auténtico : los hombres siempre usarán el bañador. Las mujeres es mejor que vayan siempre con un bañador.

Los jueves por la noche suelen tener connotaciones religiosas como preparación espiritual para el principal servicio religioso de los viernes. No olvidéis llevar jabón, champú y toallas personales.También llevar ropa para cambiarte y esterilla para tumbarte en el suelo si no quieres estar en contacto directo con el mismo.También te puedes llevar piedras pómez para el masaje o manoplas.

Te recomiendo que dejes todas las cosas de valor en el hotela buen recaudo, me refiero a la cartera, pasaporte, dinero, etc. Ya que dentro del hammam sólo estas en bañador y aunque no son ladrones los que cuidan tu ropa en el vestuario, es mejor no dar pie a situaciones embarazosas.

Podéis comprar jabón de aceite de oliva (sabon bildi) en las tiendas de la medina. También allí podréis comprar guantes de franela y ghasul (champú).

Muchos marroquíes usan esterillas de plástico para tumbarse en el suelo, no es mala idea llevar una, las venden por todos lados y muy baratas.

Normas de uso: no meter los pies en el cubo, no sentarse en los cubos, utilizar los cuencos para echarse el agua, hablar en voz baja.

Primero debes entrar en la sala caliente que es la que está al fondo y de donde sale el agua a mayor temperatura. Ni se te ocurra echarte el agua que sale del pozo ya que está hirviendo y te quemarías. Aquí hay que tumbarse y relajarse para que se abran los poros. Digamos que 20 minutos está bien para estar aquí tranquilamente tumbados.

Después pasas a la sala templada donde hay grifos de agua caliente y de agua fría. Escoge el sitio del suelo donde te vas a sentar y echas un cubo de agua caliente para lavarlo. Llena después un cubo de cada agua y con un cuenco los vas mezclado y echándotela por el cuerpo. Esto se hace sentado en el suelo o en la esterilla que te has llevado.

Una vez que está bien mojado, entonces es cuando te enjabonas, te lavas la cabeza y todo el cuerpo. Recuerda limpiar toda tu espuma arrojando cubos de agua al suelo cuando te vayas.También te puedes dar un masaje en esta sala que por lo general dura 20 minutos. Adviértele que no te den mucha leña por que de vez en cuando se pasan...,Por último enfríate en la sala fría y después sales a vestirte.

Creo que el hammam es una de las mejores experiencias que puedes tener de Marruecos.

Algo más sobre el hammam Son los baños públicos herederos de las termas romanas. La mayoría son muy humildes y económicos; otros, en cambio, todo un lujo para sibaritas. No solo sirven como lugar de descanso, sino también de reunión social y política.Quizá sin tanta sofisticación, e independientemente de que las viviendas dispongan o no de confortables bañeras, los marroquíes acuden todavía con gusto y de manera periódica al hammam. No tanto los mas modernizados.

El hammam se convierte en escenario obligatorio para los grandes eventos de la vida: el nacimiento, la circuncisión y el matrimonio.

También hay que decir que los hombres tienen más horas para disfrutar del hammam que las mujeres. También hay hammanes mixtos en donde cada sexo entra a cualquier hora del día pero por puertas distintas.En algunas regiones o entre las familias mas tradicionales, el hammam, es especialmente para las mujeres, una de sus distracciones favoritas y todo un ritual generador de belleza y sensualidad que tiene sus propias normas.

Generalmente acuden en grupo, cargadas hasta los topes de utensilios personales, con sus hijos pequeños y acompañadas de alguna pariente o amiga.

También los hombres se hacen acompañar, aunque, sin duda, mas ligeros de equipaje.En este sentido, el hammam resulta el espacio adecuado para introducir a los niños en la educación sexual, familiarizándose desde muy pequeños con el cuerpo humano, sin los tabúes que, en general, se observan en otras religiones. Al tiempo, es el lugar donde mejor se desvanece cualquier desigualdad de índole social.

El hammam es un lugar en el que los hombres, reunidos, se parecen todos, ya sean criados, ya sean señores. El hombre se codea con gentes que no son sus amigos, y su enemigo puede ser su compañero.

En las viejas medinas todavía se mantiene en funcionamiento alguno de estos baños de arquitectura tradicional, revestido por completo de zel-lig (azulejos), con una fuente central de la que mana agua.Los modernos son más sencillos, aunque algunos quieren imitar los mismos rasgos artesanales. Están formados por tres salas correlativas, que van sumergiendo al bañista de manera paulatina en diferentes temperaturas ambientales, cada vez mas elevadas. En la ultima de las estancias, una pequeña alberca recibe un chorro de agua en ebullición junto a otro de agua fría, que hacen rebosar el nivel de la misma.

El truco, si es que lo hay, consiste en verter un cubo de agua caliente sobre las diferentes partes del cuerpo hasta que se dilatan los poros de la piel y, antes de aplicar cualquier tipo de gel o jabón, restregarse bien con una esponja rasposa o una piedra pómez para eliminar las toxinas muertas, mas bien “negras”. Los goterones de sudor resbalan abundantes y a veces se hace necesario un poco de agua fría.

Unos a otros , los usuarios del hammam se masajean y frotan la espalada hasta casi irritar la epidermis, compitiendo en brío. Y es que a los marroquíes les va la honra en ello. Todo siempre en un ambiente de recatado pudor, que en principio no permite exhibirse mas allá de la discreción.

Existe además un personal que asiste a los bañistas, si estos lo desean, frotándoles o masajeándoles. Las tayabastes a las mujeres; los kiyassas a los hombres. Las mujeres marroquíes, quienes para realzar sus encantos naturales acostumbran a embadurnarse con extrañas pócimas y remedios caseros, suelen hacer del hammam casi un salón de belleza que a la vez les permite depilarse, desenredar el pelo y peinarse.

Para el lavado del cabello usan una arcilla jabonosa llamada ghasul, diluida en agua de rosas y azahar, y para teñirlo y sanearlo, la tradicional henna, que después de llevar durante varias horas o incluso varios días, repartida por la cabeza, a modo de pasta, acostumbran quitarse durante su estancia en el hammam.

Los empleados y empleadas vierten agua de manera constante sobre el suelo, en el que es fácil resbalar, con los restos de ungüento y jabones . Los niños se rebelan entre gritos y lloros, ante el enérgico fregado a que las madres los someten.

Los clientes parecen no tener nunca prisa por terminar, y en ellos se advierte una cierta sensación de libertad que sin duda, producen el espacio y la falta de temor a manchar o salpicar mas allá de la bañera convencional.

En el fondo, se aprovecha la excusa de la higiene personal para abandonarse a lo que supone un autentico placer relajante de tensiones. Antes de salir a la calle, los marroquíes, que son extremadamente aprensivos con las corrientes de aire y los cambios de temperatura, toman su tiempo para enfriarse en la sala de relajación. Las mujeres envuelven entonces su cabeza con un fular –los hombres la suya con una toalla- y se marchan a casa tan felices, despidiendo a su paso un especial olor a limpio que distingue los días de cita con el hammam.

Como colofón de fiesta, una rica merienda que generalmente se compone de huevos cocidos, almendras, dulces, zumos de fruta y el insustituible te con hierbabuena. Al regreso a casa, las mujeres mas tradicionales, al igual que hacían las de antes, se emperifollan con sus mejores caftanes y abalorios y, perfumadas y bien acicaladas, esperan sugerentes la llegada del marido.

La magia de los tratamientos de belleza y el ritual del hammam no sólo se debe a la sensación de haber renacido, sino a la de haber sido tú mismo el agente de ese renacimiento.

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